13.8.07

Cocomex una aventura cocodriliana

Los biologos tiene mucho camino por delante solo vean este artículo
Un cocodrilo es más que un voráz animal emergido de un pantano, que devora a su presa con sus impresionantes mandíbulas. Su crianza puede representar un jugoso negocio y, a la vez, una alternativa para garantizar la conservación de una especie en peligro de extinción
Autor: Guadalupe Rico Tavera
Presente en el planeta desde hace 200 millones de años, el cocodrilo ha podido sobrevivir a toda clase de infortunios; a todos, menos a la acción del hombre quien, además de destruir su hábitat natural, lo ha capturado y cazado en forma irracional para comercializar sus productos. Como consecuencia, su población se ha reducido a niveles alarmantes, a tal punto que, de las 21 especies de cocodrilianos que existen en el mundo, 18 están en peligro de extinción.
Las tres especies de cocodrilos nativas de México (el crocodylus acutus, el crocody lusmoreletii y el crocodylus fuscus) no han corrido con mejor suerte. De ahí que en 1970 el gobierno federal declaró su veda permanente y puso en marcha programas para su conservación y reproducción. A mediados de la siguiente década, empezó a estimular el establecimiento de criaderos con fines comerciales para el aprovechamiento sustentable de este recurso animal. A partir de entonces, ha surgido una docena de tan singulares criaderos, de los que Cocodrilos Mexicanos (Cocomex) fue el pionero.
Ubicado a 20 kilómetros al suroeste de Culiacán, Sinaloa, Cocomex nació en 1989 como una aventura de José Carlos Rodarte, un arquitecto dedicado a la construcción de vivienda de interés social al que, tras conocer una granja de cocodrilos en Oriente, le surgió la idea de desarrollar un proyecto de este tipo en México. Asesorado por el ahora extinto Banco Somex, institución que ya había ejecutado en el corredor Cancún-Tulum un desarrollo de cocodrilos con sentido turístico, se armó de un proyecto de inversión a sabiendas que no vería los primeros flujos sino hasta los siete años.

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